Admiro al sol
porque brilla
cada día
con su fuego
y me enseña
a nutrirme
en la tierra
y a refugiarme
bajo el verde techo
de los arboles.
Admiro a la luna
porque me guía
y conforta
en la oscuridad.
Mis caminatas
se vuelven plateadas.
Y cuando me deja solo,
aprendo
a hacerme amigo
de las sombras.
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